El amor de lo invisible no lo podía percibir en la oscuridad. Si le prestaba suficiente atención, solamente con el corazón podía escucharlo. Le quería con inmenso amor y ansiaba verle, pero primero debía despojarse de sus pesares por causas pasadas. Disculpó sin límites, esperó sin límites y aguantó sin límites, para que los recuerdos felices perduraran para siempre. No obstante la aparente lentitud inicial, se fueron pareciendo cada vez más. Ahora, en efecto, Él podía adivinar las abstracciones de su mente, mientras le aportaba constantes muestras de su amor. Le susurraba palabras de ternura en la quietud, cuando la lluvia de pruebas y dificultades aminoraba. A medida que fue pasando el tiempo, todo resultó ser más sencillo. Desde su humilde rincón, Ella pudo alterar el curso de la historia. E, igual que en la luz, el color de los objetos adquiere forma;
inmediatamente recobró la vista, y lo vio.
Post escrito por Carmen Rafecas.