Todo empezó con un beso, no buscado ni merecido, sencillamente deseado. Es lo que tiene enamorarse de la justicia, vives sediento y no lo sabes hasta que un día te dan de beber.
Por aquel entonces, hacía ya dos años que mis pobres ojos humanos no podían ver, y con todo, tres días fueron suficientes para reconstruir Tu imagen. Con los ojos cerrados y la mente abierta, sentí el imperativo legal de comunicarme contigo. Es más, en el contexto social y político en el que todavía nos movemos, apenas podía saborear unas pocas gotas de agua. Tal vez esta fuera la razón por la que en el año 2016 me surgiera la necesidad apremiante de vivir experiencias de paz cerca de Ti. Allá donde las realidades vecinas se cruzan y una nueva vida da comienzo.
Así pues, poco me bastó para configurar la colección y conformar el entorno. Un banco de madera, Tu presencia espiritual, aunque física, la compañía del gato de enfrente que se asomaba al atardecer y un jardinero fiel que cuida su jardín. Y por supuesto luz, mucha luz, en clave de sol. Así permanezco en Ti y Tú en mí. Es decir, vivo en lo humano y escribo en lo divino, con la esperanza de estar cada día más cerca de volvernos a encontrar.
A fin de cuentas, la suma de 150 historias no es el fin de la colección, sino el comienzo de una vida nueva. O más bien una rueda sin fin, como la vida reseca que revive al encontrar la Paz.
Maria Carme Rafecas Casas
8 de julio de 2019, Vilafranca del Penedès (Barcelona). España.