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Herida de amor

Herida de amor derrite a los contrarios como la cera ante el fuego, en tanto que se eleva con lágrimas de dolor. Es decir, como estrella que precede al sol, es señal cierta, que pronto le sorprenderá la luz, al alma que se encuentra a oscuras. Lo mismo que los ladrones que van a robar a las casas de noche, huyen despavoridos si les sorprende el día. O bien; como un ferrocarril de cremallera que dispone de ruedas dentadas, guía a sus pasajeros, durante el día con nubes y por la noche con fuego. Pues dicen que el Amor andaba siempre indignado contra los malhechores, porque aún no había nacido su herida. Mas ahora, si ésta se empeña en proteger a sus pasajeros, sella con tiernos labios el fuego de su enojo. Por tanto, ésta herida tiene tal deseo de engrandecer a los más heridos, que ella misma va a su encuentro para acompañarlos. De este modo el lobo se convierte en cordero, y el tigre se vuelve paloma. Pues como norte de fieras diversas, no sólo los ahuyenta, sino que, en consecuencia de la pena, los acoge y los acaricia. Así, les hace comprender que si acercan al Amor y, con copiosas lágrimas le limpian las heridas, pronto sanarán. O en otras palabras: la pena les obtendrá el pasaje de partida, si cambian la ruta. De hecho, para el perdón sólo hay lugar, si se encuentran penas que aliviar. Por lo que, aunque la cura sea molesta y desagradable, herida de amor;

vence al mal, con preciosa humildad.

Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 50 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.