En la alegría el alma se expande en la posesión de lo que ama. En ella todos los sufrimientos se funden en una pasión sublime que subyuga cualquier otro sentimiento. Gozosa en la cumbre que gobierna sólo la voluntad aun en las horas más terribles de dolor. Mas desolada aún en el desmoronamiento inferior que se aproxima a los sentidos en una sucesión de comienzos y recomienzos. Esto es, similar en primaveras e inviernos interiores que reforman el ánimo humano a causa de un daño sufrido por la inmensidad de un amor eterno. Calma, desarama, conquista. Así, en la alegría sin fin, el alma alegre se levanta por encima de todo crisálida en lo que en ella produce. Saber esto hace comprender racionalmente la intensidad emocional, los colores y los olores que se adhieren al defensor de la vida que escogió habitar junto a nosotros. En la alegría divina, abierta, esencial, un alma recogida en la profundidad del corazón virtuoso se siente rodeada de inmensidad. Siendo así, el dolor se traduce y se resuelve al mismo tiempo en inmensas alegrías y dolores desmesurados. Allá, en la profundidad de su misterio, el alma encuentra su descanso como si estuviese ya en la eternidad.

Canciones de cuna. Fragmento número 4 – En la alegría – . Imagen de Maria M. Oosthuizen publicada en pinterest. Canción: Memory – Cats (2019).