La intención habitual continúa actuando sobre la existencia, a no ser que se realice un acto que sea incompatible por una intención explícita o implícita. En tal caso, se enmienda por esta cuestión, plenamente realizada y profundamente consciente, no expresamente, pero si de hecho, el presente. Aún sin que por eso resulte destruida la intención general que, en acta siguiente, se podrá practicar de nuevo, a ser posible, si no se revoca. De esta forma, es significativo el comportamiento de todos los aludidos si, con el tiempo, no se ha podido encontrar contradicción en las argumentaciones. Por el contrario, una manifestación discordante, mantenida en la tregua, hace evidente un engaño. Pues, visto que hay que tener en cuenta la coherencia de aserto, a simple vista, todo el mundo puede llevar una vida ejemplar, y dentro de lo que cabe, oculta. Desde luego, aunque excepción de los momentos en los que hay encuentros con los contrarios. Tal vez entonces uno se imagina ver a los participantes bastante intransigentes, aun cuando la imparcialidad es muy distinta, reservada y prudente, pero siempre eficaz. Por lo tanto, no sólo las maniobras más importantes, sino también las acciones más ordinarias, participan en el blanco de la intención habitual;
esa buena intención que orienta la vida.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 137 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.