Cuatro décadas para aliento en el amparo de la nueva ley más que la antigua. Y después la potestad de un orden da sentido al caos de la realidad. Es decir, se constituye un sistema por encima de cualquier subjetividad disuelta, en la pertenencia a un espacio común. O bien, dicho en otras palabras; la fidelidad moral resuelve el paso oscuro del enemigo, por encima del tiempo y el azar. Esto es porque sabe interpretar la voluntad del otro en una palabra ajena. En cambio, la fortuna corrompida deshonra también la boca e infecta el corazón en unos seres grises condenados al cambio. Mientras la armonía de las estrellas los arroja a la realidad temporal que deshace los confines de los imperios. Otras veces, sin embargo, se repite la historia para el consuelo en el amparo etéreo. Por más que siete años avancen en círculo y siete días giren sobre el núcleo de la verdad. Al igual que una labor de orfebrería que desemboca en una obra casi perfecta, aguarda relucir a su debido tiempo como expresión de la no indiferencia de los errores pasados. Entonces, ante los límites de la esperanza y el castigo, nace el diálogo preciso con un mundo molesto por su propio bullicio. Aun cuando alguien está sereno y es capaz de percibir todos los sonidos que se escuchan al atardecer. En tal caso, se diferencia el misterio de la evidencia. A saber, cuatro décadas;
aplicando la lógica de la ley y el orden.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 132 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.