Con-fianza dispone en mi corazón el anhelo de dejar este mundo mejor de como lo he encontrado. Es decir, late conmigo para que pueda vislumbrar el horizonte con intensos deseos de producir algo bueno. De modo que mi respiración ha llegado a ser su propio deseo en mí. Esto es, entra, sale, abandona, libera, comunica, impulsa hacia adelante, orienta hacia el futuro. Por eso, no es casual que se asocie su dinamismo con una inagotable fuente de vida. Sin embargo, en este momento, me interesa hacer una constatación, aunque bajo forma de pregunta: ¿Cómo puede ampararse quien no tiene con-fianza porque –dice- todo termina con el fin de la vida terrena? En tal caso, si no se conoce la causa de los terrores, algo que puede ayudarnos es revivir con la imaginación la escena que tuvimos al final del segundo conflicto mundial. ¡Cuántas guerras se fomentarían indirecta o incluso directamente! Nadie pensaba poder oponerse ya a su siempre creciente ideología. Esa nefasta visión podría ser entendida como una representación de la posibilidad de caer en el mal si no cumplimos con nuestro deber del modo que a cada uno le sea posible. En cambio, para los adversarios de la con-fianza, es motivo de preocupación por dar a conocer la verdad. Por lo que, también nosotros estamos sometidos a la misma prueba. Es un momento de pausa y de profunda reflexión. Con-fianza;
indisolublemente entrelazada.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 100 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.