La Reina de la Corona tuvo su entrenamiento como los deportistas. Ella caminó por la vida durante días, meses y años, antes de ser coronada. Por lo que en las competiciones, la fotografía que queda para la historia es la del campeón atravesando la línea de meta. Aunque muy pocos se acuerdan de las fotografías anteriores, cuando ese propagador dedicó horas, meses y años al entrenamiento. Algo comparable le pasó a la Reina coronada en cuerpo y alma como Reina del Universo. Ella, como todos, nació en esta tierra, y aquí comenzó a dar sus primeros pasos. Dios le regaló desde el principio, un alma limpia de toda transgresión. Pero al ser coronada no fue como una nueva rica que se olvida totalmente de su vida anterior. Al revés, la Reina de la Corona recuerda muy bien que fue Madre Dolorosa. Por eso tiene una ternura singular con todos los que caminan por su nación y se debaten entre peligros y angustias. La Reina no olvida a los que ahora sufren, de la misma manera que recuerda su pasado de dolor y dificultad. Con todo, hay personas que cuando están muy alegres se olvidan de los conciudadanos que en esos momentos experimentan dolor. Por ende, en relación a su naturaleza, y por su transcendencia para el conjunto de la sociedad, se practica el derecho y la justicia, se ampara a los hijos naturales más necesitados y se auxilia a todos los que recapacitan de sus delitos cometidos. En fin, la Reina de la Corona;
la guarda y la custodia.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 81 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.