Orando con el corazón avivo Luz para mí, para mi familia, y para toda la humanidad. O bien, como avecilla consciente de que no es dueña de sí misma, observa el derecho y practica la justicia, incluso cuando otros le hacen sufrir injustamente. Entonces, al experimentar la verdad de todas las cosas de una manera nueva, percibe que el mundo no puede satisfacer su corazón. Por esta razón, se abre a lo extraordinario y le acoge con sencillez en la oración constante. De este modo, un corazón bien dispuesto, renuncia a todo lo que le aleja del Amor y se hace libre de espíritu, no prisionero. Pues si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué no será su recuperación sino volver desde la oscuridad al resplandor? Entonces, libre de la negrura del pasado, comienza a vivir de nuevo y de manera diferente. Por tanto, consciente de que, al ser libre y escapar de su poder, queda al margen de la sociedad, su seguimiento incondicional a la Vida supone amistad y amor. Esto es; ese estado en el momento cumbre de la relación en el que se comparte, se convive y se comprende hasta entregar la vida. Por ello, el Amor transforma la naturaleza de la vida hasta hacernos semejantes a él, pero, ciertamente, desconocemos el cómo y el cuándo. Lo mismo que en un razonamiento humano no cabe este hecho y, sin embargo, muchas personas le buscan sin saberlo. Por ende, dando señales de renuncia a la maldad y avanzando en el bien, se orientan muchos corazones por el camino de la paz. En fin, orando con el corazón;
se alcanza a comprender que el Amor es para todos.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 75 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.