Forma y significado, en cuanto a imagen verdadera, utiliza algo ya existente. De modo que nada en Ella se opone a la Verdad, ni obstaculiza el proyecto sublime. En tal caso, admirando su Belleza, se llega, por analogía, a contemplar a su artífice. O bien; la materia de las cosas se hace Luz en los ojos y en la perla. Es decir, la representación pintada a mano sobre fondo azul, surge, en un arrebato de inspiración, para dirigir la magnitud de su mirada hacia el espectador. Conjuntamente, la luminosidad que está siempre a la izquierda de la mujer, refleja un momento íntimo de la vida cotidiana. En cambio, no hay en Ella ni la menor sombra de engaño. Por lo tanto es, exactamente, lo que la creación artística quiere que sea. O bien, dicho en otras palabras; el autor crea la representación a partir de esa Luz mágica, y luego la adorna con objetos. Así, de algún modo, ambos, Creador y artista, imprimen su propio sello en sus obras. Siendo así, en sentido figurado, cada individuo es artífice de su propia Vida. En tal caso, la apariencia debe ser una obra de arte, como fuente de toda Verdad y Bondad. Entonces, en la belleza de las realidades creadas, se manifiesta la huella del Amor. Esto es, las obras nos hacen más sensibles a los valores del espíritu. Por ende, ¡es tan momentáneo! Semejante, en forma y significado, a los ojos que están en proceso de enfocar, cómplices en ese momento;
en la sutileza de la Luz, como expresión del Amor.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 73 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.