Hospedaje y alimento, le había concedido en la mejor de las estancias. De porte muy sobrio y sumamente generosa, lo recibió con gran modestia y ternura. Y sin embargo, apenas pudo conciliar el sueño por la alegría que inundaba su corazón. Quería decir: si el visitante me escoge por morada suya, yo, que nada tengo mío ¿cómo puedo pensar que me elija por justicia mía? O bien; humildad que la empequeñece a sus ojos, sin perder jamás de vista su insignificancia. Pues es tan grande su ingenuidad, que sólo el amor la conoce y la puede comprender. Por lo que necesariamente posee un lazo como infinito, a causa del bien infinito que es el amor. Por ello, en las actividades cotidianas, tiene el amor en el corazón en todo momento. Lo mismo que en el descanso de su contemplación, se recoge en él sin negligencia de lo temporal, ni de la generosidad debida. De modo que ni le falta capacidad para resguardar, ni voluntad de hacerlo. Pero entonces, ¿cómo ha obtenido tan hermosa transformación? ¿Por qué razón? Esto es, porque lo ha deseado y lo ha buscado. En cambio, a semejanza de una fuente llena a la que acuden muchos a tomar agua, los que llevan vasijas rotas pronto la pierden. Por lo demás, es cierto que por medio de su hospitalidad se obtiene alimento a diario. En tal caso, si de esto se deduce cuán solícita es, hospedaje y alimento simboliza;
la verdadera alma de acción.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 56 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.