El libro de la vida mantiene su hermosa promesa en favor de sus fieles aprendices. Por tanto, no trata de asuntos de guerra y de venganza contra los causantes, sino sólo de paz y perdón de sus causas. Y con todo, se imagina severo al que es compasivo y terrible al que es amable. Sin embargo, su comprensión es como torre de defensa para todos los recurrentes, o arbitraje de paz entre el odio y el amor. Pues se cuenta que al leer el encausado tan dulces palabras, su corazón endurecido termina apaciguado. No obstante, hecha la lectura, es necesario engrandecer la convicción en tal mediación, y todavía más mantenerla. Entonces, se borran las causas y aparecen, en adelante, las páginas en blanco, a fin de que se anoten sólo actos de amor. Es decir, a pesar de los deméritos, el libro de la vida es prenda segura para obtener la libertad perdida. Mas sólo un temor debe afligir a su estudiante, y es que pueda, por su descuido, perder la confianza en tan maravilloso ejemplar. O en otros términos: que ensalzado por el orgullo, lleno de soberbia, se olvide de los amigos de antes que han quedado pobres. Por el contrario, no sucede con la obra, que feliz de verse al alcance de todos, puede así cooperar con los más necesitados. Por este motivo, cuántos son más pobres, tanto más relevante es su significado. Porque con la misma facilidad que domina al egoísmo, remedia con palabras generosas sus ingratitudes. De tal forma que el libro de la vida;
encaja como anillo al dedo, el perdón y la generosidad.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 52 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía absfreepic.