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Con certeza de amor

Con certeza de amor sabía ver personalmente, y detener los ojos ante una vista. De este modo, por la senda del silencio, andaba buscando la razón de su enamoramiento. Centrada totalmente en lo esencial, observaba la reiteración de su deseo: averiguar quién era él. Por tanto, de la respuesta a esta cuestión dependía, contemplar la luna y seguir la luz, o bien adivinar su mirada y esperar en la sombra. Es decir, es distinto ir detrás de algo que buscar a alguien, ya que de la respuesta depende reconocer el amor, en el momento en que pasa por la vida. Porque si contemplar es amar y amar es convivir, el que busca se le reconoce por la rectitud y fidelidad de su respuesta, perdiendo protagonismo en favor del amor. Entonces, aun sin saber en dos circunstancias quién era él, atenta a los detalles, generalmente muy discretos, pudo percibir su paso a través de mediaciones. Por esta razón, fiel a su propio conocimiento, se comportaba sin doblez, mirando y sabiéndose mirada. Esto es, sin que suponga una visión física; la luz resplandece, la atención pone de manifiesto el afecto, y el amor escucha. Condición indispensable para contemplarse en el cielo, verse en la tierra y conocerse en la luz. Con razón se olvidaban de servir al cuerpo, aun en las cosas necesarias. En fin, poco a poco, con certeza de amor, paciencia y buen ánimo;

se guarda el mensaje en el corazón.

Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 42 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.