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Por la puerta oriental

Por la puerta oriental entró la primera vez en su humilde morada, y, por ella, acudirá la segunda. Pero cuán difícil es tener el permiso, la capacidad y la luz, para entrar en un lugar tan resguardado. Sin embargo, el que está dedicado a su servicio, es justo que la tome como medio y fin próximo. En tal caso, defiende sus privilegios cuando se los disputan, y sostiene su honor cuando se la ataca. Pues, estos apelativos son muy verdaderos, por la relación con los hechos y las circunstancias imprevistas. O bien, la puerta está cerrada como medida de seguridad, para que no se pueda entrar al jardín, sin antes hacerse merecedor. Igual que si lo esencial reside en lo interno, por buenas interpretaciones que el amor propio nos haga ver, no se abrirá su confianza singular. Porque, aunque en toda profesión hace falta una formación continuada para responder a los desafíos de la vida, hay competencias que vienen por la disposición interior. Esto es, con cuánta mayor paz y silencio se la menciona, infinidad de bellos pensamientos crecen de lo profundo. Así, sin inquietud por ver, surge la experiencia de saberse amado por ella. O bien, al fijar los ojos en la puerta, se comprende la necesidad de perder la energía, para encontrarla en su plenitud. Pues, a fin de cuentas, sin pretender más que la felicidad de unirse a la vida por ella, con actitud de búsqueda para constatar la verdad;

permanece el amor en el corazón.

Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 41 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía absfreepic.