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Una nueva vida

Una nueva vida es un canto nuevo a la ley del amor, la alegría del ser y el desorden de la maldad. Es corta en palabras, pero grande en misterios. Es más dulce que la miel y más preciada que el dinero. Pues, igual que el saludo celeste espera ser correspondido, una nueva vida aguarda para colmar con flores un torrente de desconsuelos. Flores asombrosas, cuyo olor y hermosura sólo conocen quienes se acercan a ellas, las perciben y las sienten por medio de una atenta meditación. Se llaman con razón, flores olorosas de instrucciones profundas sobre las cuales, las diligentes abejas, se detienen para recoger el fruto y producir el delicioso néctar. O bien, si la vida recibe, continuamente, lo mismo del corazón que la medita que de la boca que la cuenta, no será menos agradecida y cortés que las personas de más alta condición. En efecto, una flor sin meditar sería como un cuerpo sin alma o una magnífica sustancia sin forma particular. Del mismo modo, así como un pintor pone el original ante sus ojos para hacer un sencillo retrato, mirar una flor conlleva observar la vida por su esencia, conforme a la virtud. Elemento fundamental que moldea la capacidad de vivir en los sentidos. Experiencia personal, cada vez más delicada y consciente, que en el grado de placer preciso a los méritos;

pasa por alto la ofensa.

Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 26 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía pixabay.