Acción y contemplación se perfeccionan y se complementan entre sí. Es decir, del mismo modo que la acción, para ser eficaz, necesita la contemplación; ser capaz de ver con claridad, implica atesorar un corazón limpio y, fundamentalmente, sin privación de caridad. Asimismo, la acción ciertamente contemplativa en el corazón del mundo, se traduce en oportunidad de practicar el amor, al servicio universal sin término. Entonces, cualquier tarea hecha por amor, por pequeña que sea, será incondicional. Es decir, bastará la certidumbre y la buena intención para llevarla a cabo. Sin embargo, ni muy incauta ni muy crítica, permanecerá en el centro para encontrar el punto de verdad y de virtud. O bien, para no caer en pretextos, por no comprender o por desagrado, sin otra razón que el orgullo y la propia suficiencia. Porque, frágil y sujeta a muchas desventuras, pueda recibir en el día, lo indispensable para la vida, lo bueno y lo perfecto. Pues, en verdad, preparada para todo en todo momento, sabe que, para amar mucho hay que sufrir mucho, mas el dolor puede reunir. Por lo tanto, sin dar crédito a todos los pensamientos, agranda el corazón para superar todos los engaños. Sabiduría celeste, amiga del silencio, que se revela en el orden, en la fuerza y en la luz. Gente sencilla que la descubre;
del alba al ocaso.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 24 escrita por Carmen Rafecas. Imagen publicada libre de derechos de autor vía absfreepic.