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La bella mariposa

La bella mariposa se sumerge en la llama de la caridad, en medio de tiernos suspiros. Con sus ojos le enamoró tanto que, sin perder jamás de vista su nada, se enlazaron. Y, en consideración a su humildad, de su raíz se eleva una flor tierna y delicada. Sin embargo, no le atemoriza ponerse en camino para ir a empezar su oficio de compasión. Pues, gozosa de ser útil, se apresura por el júbilo que experimenta de hacer el bien. Deja su amada soledad y, consciente en todo, parte con su Hija lejos de su casa. Con admirable valor ofrece su corazón, al pronunciar sentencia por todas las penas que deberían de sufrir. Ella ha puesto todo su amor en esta Hija y, tras aceptar voluntariamente tan dura condición, no teme amarle demasiado. Se desprende de su familia con resolución, contentándose con vivir pobre y sustentándose con el trabajo de sus manos. Mas, en todos los instantes de su vida, procura consolar su corazón enamorado, de tan dura partida. He aquí el por qué de su silencio cuando le acusan injustamente. Pues, quedando así libre de los lazos de la vida;

vuela hacia la presencia del amor.

Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 7 escrita por Carmen Rafecas. Imagen de F.Al-Khateeb. Todos los derechos reservados.