Hija, Madre y Esposa, enséñame a callar cuando deba ser prudente para que lo que pronuncien mis labios esté en mi mente y en mi corazón. Rosa mística que creces entre las más punzantes adversidades y haces florecer la caridad en la primavera del mundo, no permitas que caiga en la afrenta común. Espejo de justicia en la fidelidad, la perfección y la bondad que, comparada con la luna, reflejas en el día todas tus virtudes. Paloma sencilla, hermosa y amiga, amante de la soledad en este mundo, conmovida por sus miserias y mediadora de la paz. Madre sin corrupción, abogada del amor y ejemplo de humildad y de paciencia en todos tus pensamientos, palabras y obras. Vid, humilde a los ojos del mundo, siempre fiel y apoyada sobre tu amado, tú que creces en altura al árbol al que te arrimas. Pues, tanto le amas que de día y de noche estás pensando siempre en Él, y solo procuras complacerle en todo lo que puedes. Justo es entonces que, sin tener nada propio ni considerados los méritos tuyos, te entregues sin volver la vista atrás;
en el alma, en el cuerpo y para el interés común.
Colección Experiencias de Paz. Foto con historia número 6 escrita por Carmen Rafecas. Imagen de la Basílica de la Sagrada Familia. Todos los derechos reservados.