Olvidando lo que queda atrás, se lanzó hacia lo que estaba por delante para ganar el premio. Con visión nítida, agudizó su mirada para ver la meta que ansiaba conseguir. Creyó en sus anhelos y se puso en camino. Enérgico y trabajador, permaneció libre y obró para el bien. Como pasante, fue sometido a la prueba de la afrenta para ser comprobada su moderación y apreciada su paciencia. Más, no con su justicia, la de la Ley, sino con su propia convicción. Cuando tuvo éxito en otro lugar, regresó al lugar de origen. En la admiración sincera de sus paisanos, se respiraba una única unidad. Todos quisieron resguardarse en el calor de su sol, igual que los pesqueros del Sur lo hacen en el muelle de aguas pasantes. Abierto a la comunidad, dio testimonio con su vida. Y al corresponderse sus palabras y sus obras con la práctica;
a la luz de las farolas, miró lejos y se aventuró.
Post escrito por Carmen Rafecas.