Las palabras de reconciliación dan comienzo a un tiempo de sosiego. En la Ley y en la vida, todas juntas forman una armonía y, todas juntas, deben ser observadas. Reflejos de luz que dejan ver sus rasgos en la alegría de un nuevo renacer. Entretanto, un ancla sujeta en la tormenta, iza los pensamientos de los que sufren para poder sentir el dolor ajeno. Corazones afligidos y humillados, conciliados por una paz que gobierna, sobre la colina de la playa. Congregación que invita al esfuerzo constante de la caridad, en defensa del corazón. Fuego ardiente de amor y amante de sus iguales, que no permite que un mal juicio se le acerque. Por lo tanto, cuando el mar enmudece y el viento se calma, las palabras intercesoras sentenciadas para soportar cualquier contratiempo;
conquistan con el bien, el mal.
Post escrito por Carmen Rafecas.