Cada vez que confías en mí, tu corazón escucha mi voz. No siempre sientes mi presencia y a veces te invade la duda. Todavía albergas expectativas y tienes intereses a los que dedicarte. Quizás no puedas hacer algunas cosas, pero tienes tiempo para hacer de mejores. ¡Apresúrate! Guarda tus bienes en una vasija de barro, para que las obras buenas no se sobrevaloren a los ojos del mundo. Y, cuando no sepas dónde estoy o, si en efecto, me encuentro presente, abre la ventana y deja entrar la luz;
estoy tan cerca como siempre.
Post escrito por Carmen Rafecas.