En las tempestades del mundo, conquistaba el consenso de los electores. A pesar de sus palabras, el cambio era solo aparente. Se ofuscaba con su propia posición, e interpretaba negativamente todo lo que le contradecían. Cuando se pacificaron las olas, los hechos dieron razón a la sabiduría. A través de unos ojos nuevos, comprendió cómo encontrar la paz. Y sin prometer grandes modificaciones, ni poner del revés al orden externo;
se inclinó, de pensamiento y de corazón.
Post escrito por Carmen Rafecas.