Una llamada concreta y personalizada le llamó a seguirle. Su llamada era personal, lo que implicaba una experiencia profunda de conocimientos mutuos. Aguardó expectante el encuentro. Los deberes de hoy los tenía más o menos claros, pero el futuro era un misterio. Ante las dificultades que se le presentaban, siguió viviendo con amor las ocupaciones de cada día. Y del mismo modo que una esperanza cuando se ve ya no es esperanza, al encontrarle respondió;
hoy, mañana y pasado mañana, seguiré caminado por mi camino.
Post escrito por Carmen Rafecas.