La mente vacía, no concentrada en nada útil, se encontraba expuesta a los malos pensamientos solo por el gusto de ver a alguien caer. Pero, como lo que vale para el mal vale también para el bien, sin seguir su consejo se dispuso a gobernarse a sí mismo. En desprecio a la soberbia no temió nunca a sus ataques. Con constancia en el amor colaboró en construir todo lo bueno que se ve. Y sin llevar la cuenta de los delitos;
lo antiguo pasó, y lo nuevo comenzó.
Post escrito por Carmen Rafecas.