La bondad y la justicia era su música. Caminando entre deducciones e intuiciones expresaban en gestos, el amor que sentían. Con humildad y comprensión se enseñaban y se corregían mutuamente. Poniéndose en el lugar del otro sabían exactamente qué le gustaba, qué le irritaba, o qué le hacía sufrir. Y al igual que bebieron del amor, la paz y la suavidad de su madre, con esa sinceridad natural que habita en el corazón;
se amaron con obras, y de verdad.
Post escrito por Carmen Rafecas.