Cuanta más humillación sentía más humilde se tornaba y sin pensar en lo más mínimo en tales circunstancias, permanecía fiel a su voluntad. Servicial a prestar su ayuda, esperaba auxiliar, en un tiempo futuro, aguardando a que surgiera una necesidad lo suficientemente apremiante para que su cooperación personal fuera aceptada. Y, manteniéndose firme a su promesa, no reparaba en causa de dolor o alegría, pues todo ello tenía para ella un sentido y un valor. Una espera que no disminuía su afecto;
un compromiso que aumentaba su amor.
Post escrito por Carmen Rafecas.